Ayer algunos se esforzaron en apagar París, no lo han conseguido. Millones de personas en todo el planeta se sienten, hoy, parisinos.
El comportamiento que tuvieron las personas que estaban ayer en París, en la zona 0, (muchos franceses, pero muchos del resto del mundo) fue ejemplar. Abrieron sus casas a los que estaban lejos de las suyas, cuidaron unos de otros, frenaron el pánico (la salida del estadio pudo haber sido una tragedia, avalanchas, más muertos… y se les ha visto salir en orden, calmados y cantando la Marsellesa) y nos mostraron que aunque el ser humano es capaz de lo peor, también lo es de lo mejor.
No quiero entrar en los motivos ideológicos o políticos de todo esto, entre otros motivos porque nada ni nadie puede pretender justificar esta barbarie, pero sí que quiero ofrecer nuestras condolencias a todas las personas, a todas las familias, que ayer perdieron un ser querido sin motivo, lo sentimos, mucho y profundamente. Siempre duele la muerte, pero cuando es gratuita y sin motivo, espanta.
En este pequeño post, me gustaría ensalzar la grandeza de muchos, que minutos después de que empezara una noche de locura, crearon herramientas para minimizar su impacto. Ayer las redes sociales fueron un instrumento de ayuda para todas las personas que de pronto se vieron solas y sin posibilidad de volver a casa.
Hoy ponen al día del estado o de la situación de los que tienen a sus familias lejos de París, y están facilitando que la gente pueda donar sangre de la forma más sencilla posible. La solidaridad de muchos otros, que pusieron sus taxis o coches particulares al servicio de los demás, la rápida respuesta de los servicios de emergencia que lograron hacer que no aumentara más esa cifra de muertos tan larga e injusta.
Hoy todos somos Paris porque nos duele, y porque nos han hecho sentirnos orgullosos.
Las Psicóloguis
Ana Saro