PADRES DE ADOLESCENTES… ¿UNOS CONSEJOS?

CÓMO CONVIVIR CON LA ADOLESCENCIA… Y SOBREVIVIR

¿Os acordáis cuando el predictor os dijo que ibais a ser padres? ¿El día del nacimiento? ¿las noches sin dormir? ¿Esos días y noches de fiebre que acabaron en urgencias? ¿el primer día de cole? Claro que lo recordáis, somos padres. Queremos a nuestros hijos por encima de todo y de todos, de hecho son las únicas personas por las que renunciamos voluntariamente a nuestra identidad y por las que sacrificamos lo que haga falta.

Cada etapa de su crecimiento es especial, y tiene sus puntos positivos y negativos. Cuando son bebés no dormimos, pero sabemos que podemos controlarlo todo, sabemos dónde están en cada momento, sabemos que comen adecuadamente, y que están a salvo en casa. Cuando empieza el cole, están graciosos, divertidos, y nos ven como superheróes. La parte negativa, es ver de primera mano sus primeros conflictos con los amigos y cómo sufren por ellos. La eterna batalla entre dejarles arreglar sus asuntos o meternos de lleno y hacer de Corleone con el compañero matón. Son las primeras notas importantes, la adquisición de los hábitos de estudio, las actuaciones de Navidad, los disfraces… La verdad es que la etapa de primaria es la luna de miel como padres.

Pero llega la adolescencia, ufff, es tremenda. Mirad, si hiciéramos una encuesta (como las que están tan de moda estos días), sobre qué etapa de nuestra vida borraríamos, muchos diríamos que nuestra adolescencia. Pues imaginad… si siendo el protagonista, pasarías un (es) tupido velo, agárrate los machos si eres padre de uno. Algunos días es de nuevo tu hijo, otros es un desconocido que te reta como deporte. No quieres pasarte, hace años te juraste que si tenías hijos, jamás dirías «esta es mi casa, y mientras vivas en ella lo harás con mis reglas»… promesa inútil… ya lo has dicho ¿verdad? Algunos días estás convencido de que todo saldrá bien, pero otros… estás solo y perdido, igual que él. La mitad de las grandes broncas que tenéis últimamente en casa no las ves venir. Vuestra autoestima como padres está de vacaciones en Australia. Parece que todo ha cambiado en un instante, y vuestro mundo parental se ha vuelto loco. Desde el predictor, habíais salido de todos los líos bastante indemnes  y  eso había inflado vuestros egos… y ahora ¿qué es el ego? ¿yo tengo de eso? Si se puede comprar, póngame cuarto y mitad.

¿UNOS CONSEJOS?

Amigos Padres de Adolescentes, esto es duro, muy duro…pero pasa. Aunque penséis que durante estos años, vuestro hijo no ha aprendido nada, si lo ha hecho. En unos años estará de vuelta (como el turrón), y será un joven adulto compensado, inteligente y preparado para la vida. Ahora vuestro pequeño está sufriendo, no controla nada… y menos su cabeza. Sus hormonas están de fiesta, las exigencias del día a día le agotan (no saben qué es el futuro, pero todos le dicen que lo tienen que decidir hoy), e incluso no paran de darse golpes (se vuelven unos torpes… zas en toda la boca pequeño adolescente) porque su cuerpo crece antes de que su cerebro lo registre.

Además nuestros hijos se enfrentan a algo que para nosotros era ciencia ficción: las redes sociales. Cuando teníamos su edad y sus problemas (y amigos míos teníamos los mismos problemas: los chicos, las chicas, el sexo, sentirnos integrados, el dolor emocional)… solo teníamos que desaparecer una temporada. Era complicado, era un drama, pero teníamos una salida. Ahora no. Los problemas están en el móvil (ese móvil que está soldado a su mano), y la soledad también (mensajes no contestados, ser expulsados de grupos de whatssap, chismes…). La verdad es que nuestros hijos no tienen descanso… y eso es literal. Ni descanso mental ni físico: tienen que saber inglés bilingüe (chino sería maravilloso), ser buenos en los deportes, tocar algún instrumento, pintar, programar, sacar las mejores notas para entrar en la universidad, tener los amigos adecuados (cuando los que molan no lo son)… no tienen tiempo para madurar los aprendizajes, para encontrarse, es demasiada presión. Para volver a nosotros (emocionalmente hablando), necesitan separarse, probarse a sí mismos y debemos dejarles… con normas. Ahora están confusos, sus emociones se disparan de la tristeza a la ira, de ser invencible a no saber qué hacer, por eso debemos respetar sus silencios (respetar quiere decir no hacer interrogatorios tipo CIA), pero hasta cierto punto. Sacar esa mano izquierda que todos lleváis dentro para que no se dé cuenta y empiece a cantar como Plácido Domingo. El truco es no desanimarse ante los «no me pasa nada», «pesado», el clásico «déjame en paz, tú no me entiendes», y demás cosas agradables de oír. Utilizad el humor, utilizad la comprensión, pero no les dejéis… sé que no lo parece, pero os garantizo que están deseando hablar, el problema no es que no quieran, es que no saben poner en palabras lo que sienten y necesitan nuestra ayuda para encontrarlas.

Como padres debemos estar ahí, debemos poner normas (claras y estables)  para que ellos las empujen según van madurando (madurar ¡qué bonita palabra! cuando la oigo escucho un coro de Gospel). Somos su referencia, el faro que les indica dónde está su lugar seguro y, por qué no decirlo, sus sparrings. Es muy importante que sepan que no les vamos a dejar tirados, que les vamos a regañar cuando haga falta, pero que siempre vamos a estar ahí ocurra lo que ocurra. Que nos lo pueden contar todo, y que les vamos a apoyar siempre aunque estemos enfadados. Decirles que les queréis (aunque os miren raro), y demostrarlo. Huirán de vuestros abrazos… pero de mala gana (están en plan Rebelde sin Causa). Solicitan más independencia, genial, vamos a dársela. Pero acompañada de nuevas obligaciones. Equilibrar la balanza es importante para entrenarles para la vida. Y sobre todo hablar con ellos de todo, pero en determinados temas tienen que saber que la nuestra es la última palabra. Nunca deben olvidar que forman parte de una familia y que lo que hacen importa, para bien o para mal, y que por esa razón, su libertad (como la de cualquiera), termina dónde entorpece la de los otros.

Suerte Padres de Adolescentes. Recordad que al final esto es como las bodas… lo que sale mal es lo que te hace reír el resto de tu vida aunque en ese momento pareciera el Armagedón.

Las Psicóloguis
Ana Saro Moncloa