¡¡¡¡MADRE MÍA, MADRE MÍA, TE HA MORDIDO!!!

COMO SER EL VAN HELSING DE TU VAMPIRO EMOCIONAL

EL MORDISCO

Pero, ¡¡¡¡ehhh!!! frena… ¿qué ha pasado? Te Sientes incómodo, molesto y culpable, cuando hace un rato eras más feliz que una perdiz, hasta que … ¡¡madre mía, madre mía, que te ha mordido!!
Acabas de tener una conversación con un vampiro emocional.

20 MINUTOS ANTES

Domingo por la tarde, anocheciendo, mantita, libro, un té (o un partido de fútbol, o una buena peli…) y todo controlado (es guay, ¿verdad?), vamos que te encontrabas en la gloria. De golpe suena el móvil, contestas, mantienes una conversación, cuelgas… y ¡vaya! que te encuentras hasta mal. El te ya no está en su punto, el libro no es tan interesante y la verdad es que todavía quedan muchas cosas por preparar para la semana y no tienes tiempo ni para mantitas, ni para «sofing».

LAS PISTAS (capa, colmillos, pelo engominado…)

A tope de críticas. De manera sutil y nada abierta (casi hipnótica), el interlocutor envía mensajes dobles (del tipo de… ¡qué bien te queda ese corte de pelo!, te adelgaza la cara gordita que tienes. ¿Vas a recogerme en ese coche? Es que esta gente tiene clase y no quiero quedar mal).

La queja… esa gran protagonista.

  • No me funciona la tv del salón.
  • Bueno, ¿no tenías otra en tu habitación?
  • Sí, pero es que donde quiero estar es en el salón. ¡Qué disgusto! seguro que esta noche no duermo.
  • Mañana intentaré pasarme y te la arreglo.
  • Si claro,  pero ya no será lo mismo. Será demasiado tarde.

Sarcasmo, sarcasmo (y no del bueno) ¡qué bien te usa! y como parece broma, si te defiendes… quedas fatal. Si claro, seguro que estás adelgazando… aunque la única que lo nota es tu báscula trucada… es broma ¿no te habrá molestado? ¡Qué susceptible eres!

Habiendo negro… para qué ver otros colores. Con un tono de voz bajo, susurrante, quejoso todo son problemas, y no acepta ninguna solución. Por más que intentas ofrecerles salidas a… nada les vale.

  • Tienes que ocuparte de tu hermana
  • Pero si le va fenomenal… y tiene 40 años. Ya es mayorcita y además está triunfando.
  • Eso, déjale sola, tan sola como estoy yo, que le pase cualquier cosa.
  • Pero mamá ¡no estás sola! No paras en casa. Tus amigas y tú conocéis toda España y parte de Europa.  ¡¡Si casi para verte hay que pedir audiencia!!
  • Eso tu sigue así, pensando que me voy con mis amigas porque estoy bien…

Siguiente etapa… nos ponemos agresivos porque el objetivo es que tú te hagas responsable de lo suyo y no lo consigue. ¿Me vas a solucionar el problema o no? Es que no sirves ni para arreglar esta tontería… claro así te va.

Y el Óscar a la mejor es víctima es para… Claro, estás tan a gusto en tu casa… (toses y voz quejumbrosa) no te preocupes por mí, seguro que con un valium disminuye la taquicardia.

LAS ARMAS DE VAN HELSING (agua bendita, crucifijo, estacas…)

Vale, una vez aclarado el misterio, calentamos el te, nos tapamos con la mantita, respiramos hondo… y buscamos el manual del cazavampiros.

Quítale la capa y sácale al sol. Identificarle como vampiro emocional hace que su poder sobre ti disminuya.

Pon distancia física o al menos emocional. Ya sabes lo que te vas a encontrar cuando hablas con él. No puedes hacer tuyos sus lamentos o sus problemas, por eso escúchale con educación, pero no des soluciones (vamos que no le des cuerda), no te comprometas a nada y en cuanto puedas… huye.

Contextualiza y pon en perspectiva cualquier comentario negativo hacia ti. Hoy te está diciendo que no eres capaz de algo… pero hace dos días cuando le solucionaste otro problema eras la caña de España. Como me gusta decir, ni calvo ni con tres pelucas.

Quítate el disfraz de superhéroe. Solucionando todas sus cosas, solo le haces más dependiente y más vago. Déjale madurar. Decirle No es lo suyo, con amabilidad y firmeza. Recuerda que es su problema, no el tuyo (o ¿acaso cuando tú le cuentas algo, no te contesta que eso no es nada, que eres un blando y que lo suyo es peor?, después acabáis hablando de lo que le pasa a él.)

Pon límites y hazte valer. Tranquilo que no le va tan mal, el problema es que vive de la atención que le prestas. Cada vez que le dejas hacerte daño, minusvalorarte o te haces cargo de sus cosas,  le haces sentirse importante. Por eso rechaza todas las soluciones y cuando deja de estar contigo (y no sabe que le miras) se lo está pasando pirata.

Utiliza el humor. Quítale intensidad al momento con unas risas o al menos con una sonrisa, mientras le dices que no es para tanto, que de peores ha salido.

No des tantas explicaciones. No te tienes que justificar. Cuando monte una escena, observa, contesta uhmmm o ahá. Cuando vea que no consigue nada se va a tranquilizar “milagrosamente”.

¡¡¡Feliz caza, pequeño Van Helsing!!! Con estos consejos te irá de lujo.

Las psicóloguis
Ana Saro Moncloa

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