¿Qué es el estrés?
Estrés, estrés. Todos pronunciamos esa palabra casi cada día. La usamos cuando no nos da la vida en el trabajo, cuando no llegamos a todo en nuestra vida personal, cuando vemos que hace tiempo que no hacemos nada con amigos…. , es decir, cuando todo se nos complica demasiado como hacerle frente. Esta es la razón por la que cada uno tenemos nuestra propia definición de esta palabra, porque lo que es estresante para algunos, otros lo consideran poca cosa. ¿Te apetecen 10 tips contra el estrés?, ¿quieres saber si lo padeces?
¿Cómo hablamos cuando sentimos estrés?
“Hasta cuando quedo con mis amigos, me distraigo con las listas de lo que me queda por hacer” “No soy capaz de alegrarme por lo que acabo de terminar porque enseguida me agobio por lo siguiente”. “A veces me pongo con varias cosas a la vez y no termino ninguna…” “ No sé decir que no y al final del día estoy cansada, con mis cosas sin terminar y enfadada con el mundo“ “Todo el rato pienso en todo lo que tengo pendiente, me quita el sueño y no consigo dormir más que unas horas…” “Pierdo tanto tiempo hacerlo todo bien, que me olvido de cosas.”
Una definición de estrés
Una definición de estrés es la de un estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal que suele provocar diversos trastornos físicos y mentales. La respuesta de estrés se manifiesta con sintomatología física, emocional y comportamental y cognitiva, y estos síntomas se dan cuando la persona se siente superada por la situación, y siente que las demandas, superan sus capacidades.
Todos hemos pasado épocas estresantes, pero cuando parecen no tener final y nos damos cuenta de que llevamos meses así, puede que sea el momento de pedir ayuda a los profesionales, para evitar que nos afecte a la salud.
¿Cómo puedo saber si sufro demasiado estrés?
A continuación, te voy a poner una lista de síntomas. No hace falta tenerlos todos para estar estresado, ¿en cuántos te ves reflejado?
Síntomas físicos del estrés
falta de aliento, sensación de malestar o mareo
dolores de cabeza, cansancio constante, desmayos, inquietud
dolores en el pecho, problemas para dormir
tendencia a sudar, estreñimiento o diarrea
tics nerviosos, excesivo apetito o falta de apetito
calambres o espasmos musculares, indigestión o ardores, hormigueos
aumento de la tensión arterial, problemas sexuales.
Síntomas emocionales del estrés
agresividad, depresión, irritabilidad
descuidos y despistes
miedos a enfermar
aprehensión por el futuro, temor al fracaso
falta de interés, sensación de baja autoestima
falta de interés por las demás personas
perder el sentido del humor, no confiar en nadie.
Síntomas comportamentales y cognitivos
dificultad para tomar decisiones
incapacidad para mostrar los verdaderos sentimientos
problemas de concentración, evitar situaciones difíciles
negar que hay problemas, llanto frecuente
cambios en los hábitos alimenticios, beber o fumar demasiado.
Falta de concentración y de atención
Sufrir estos síntomas de manera prolongada en el tiempo, pueden dar lugar a enfermedades que estarán en nuestras vidas durante años, como por ejemplo: enfermedades cardíacas, hipertensión arterial, depresión grave, derrame cerebral, migraña severa, asma, baja resistencia a las infecciones, problemas intestinales, problemas de estómago (especialmente las úlceras), fatiga y problemas de sueño, entre otros.
¿Qué acontecimientos de la vida me pueden provocar estrés?
Como he dicho al principio, cada uno somos más sensibles a unas situaciones más que a otras, pero sí que es verdad, que las de la lista que pongo a continuación, son bastante universales. Si observamos los puntos se puede ver que prácticamente todas las situaciones, tienen en común la adaptación ante un cambio en nuestras vidas. A veces es decididamente malo, pero en ocasiones es un cambio para mejor, aunque también producirá estrés hasta que se asimile y se establezcan las nuevas rutinas.
enviudar, divorciarse, separarse, romper
fallecimientos en el entorno cercano
casarse, comenzar a convivir
pérdida de empleo, problemas de salud
embarazo, bebé en casa
nuevo empleo, compromisos económicos, deudas
un socio deja o empieza a trabajar, mudarse, enfadarse con amigos
problemas en el trabajo por la falta de seguridad, varios trabajos, o insatisfacción laboral
incorporarse a un grupo de compañeros ya consolidado
cambio de religión, de hábitos espirituales
problemas legales, problemas con la vecindad, ruido
reuniones familiares (vacaciones,Navidad), Problemas en casa (pareja, hijos…)
Estos son algunos ejemplos, hay más. En algún momento de nuestras vidas, todos pasaremos por este tipo de situaciones. Lo mejor, es tener un hábito adquirido de intentar mantener unos niveles de estrés adecuados , pero si no es así, al menos, cuando pasemos por momentos difíciles lo mejor es cuidarnos más, para estar más fuertes y ser más resolutivos, o tener más motivación para que nos ayude a superar el momento de crisis. Lo peor es descuidarse porque hacerlo solo agrava la situación. Por eso el acudir a los profesionales de la salud mental cuando estamos pasando por momentos tan complicados es una buenísima decisión.
¿Tengo mayor sensibilidad al estrés?
Todos somos únicos, pero sí, es cierto que cuando en una persona se juntan determinados rasgos de personalidad, hace que sea más propensa a sufrir estrés.
Estas personas son las llamadas personalidad tipo A. Se caracterizan por ser más competitivas, impacientes y por realizar muchas actividades al mismo tiempo, estas personas tienen que tomarse más en serio el trabajar en cómo afrontan las situaciones para no acabar estresados. Por el contrario, la gente que se toma las cosas con más calma y llevan una vida más relajada, son menos propensas a sufrirlo, y se dice que tienen una personalidad tipo B.
A continuación, verás una lista con los rasgos más prominentes de cada tipo, ¿en cuál te ves?
Tipo A |
Tipo B |
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10 Tips para abordar el estrés
El primer paso es darnos cuenta de que la situación nos está superando, o de que han aparecido los síntomas. Esto nos da la oportunidad de pararlo, o de poner soluciones a tiempo para evitar que se convierta en un problema.
El segundo es aprender a gestionar nuestro tiempo. El día tiene 24 horas y debe dar para todo, si no es así algo estamos haciendo mal. O nos hemos metido en demasiadas cosas, o no estamos utilizando un buen método para cumplir con nuestras obligaciones, o necesitamos ayuda y no la estamos pidiendo. ¿Qué podemos hacer?
- Pararnos a pensar en cómo podemos ser más eficaces para llegar a todo es una opción a tener en cuenta.
- También sería interesante planear en una agenda lo que toca cada día, de manera que siempre dejemos un tiempo para los imprevistos que puedan surgirnos. Esto hace que no tengamos la sensación de no terminar nada, y además nos hará sentir más eficaces. Por otro lado, conseguiremos que los imprevistos de cada día no nos desborden y hagan que otro tipo de tareas más cotidianas se nos acumulen.
- Para evitar procastinar, o para que no nos quedemos bloqueados, es bueno alternar tareas pesadas con más agradables, y sobre todo empezar por las más desagradables, así el resto del día, en el que estaremos más cansados, no se nos hará tan pesado.
El tercero es respetar que necesitamos tiempo libre para desconectar. Es bueno respetar nuestro tiempo de hobbies, y al menos tomarse unos días una vez al año.
El cuarto es priorizar las preocupaciones y los problemas. No se puede afrontar todo al mismo tiempo. Para ello podemos utilizar el criterio de empezar por lo urgente, seguir por lo importante y así sucesivamente. Una cosa tras otra. Un criterio bastante útil, es decidir si un problema o situación está en nuestra zona de acción o no. Si no lo está, es inútil gastar energía pensando en él. Es mejor ir solucionando lo que sí podemos y ya nos ocuparemos de aquello sobre lo que en ese momento no podemos hacer nada.
Si nos quedamos en blanco, lo mejor es hacer una lluvia de ideas. Escribimos el problema y ponemos todas las situaciones que se nos ocurran, aunque sean ridículas. Así nos damos tiempo para calmarnos mientras poco a poco nos vamos enfocando en el problema.
El quinto es saber pedir ayuda cuando toca.
El sexto es aprender a decir que no.
El séptimo es ponernos metas realistas, alcanzables y que respeten el equilibrio entre la vida personal, familiar y laboral. En ese equilibrio está nuestra salud mental y además, si no lo hacemos así nos frustraremos nosotros y a nuestro entorno.
El octavo es vivir en el presente y no en el futuro o el pasado. Hay que diferenciar entre hacer una planificación lógica de lo que está por venir, de montarnos películas con todo lo que “se supone” que nos va a pasar. Y lo mismo con el pasado. Está bien aprender de los errores y de las situaciones que nos han ocurrido, pero eso es diferente a representarnos mentalmente lo que ha pasado y repetirnos la misma película una y otra vez. Al final, la realidad es que si estamos atentos a nuestro presente, solo con eso mejoramos el futuro y fabricamos un mejor pasado.
El noveno es cuidar nuestro estilo de vida. No cuesta nada intentar comer mejor, más saludable y más despacio, hacer deporte o en su defecto, hacer al menos “gimnasia urbana” (escaleras en vez de ascensor, bajar un par de paradas antes, caminar en vez de ir a todos los sitios en coche…), intentar bajar los hábitos insanos y respetar nuestro descanso, tanto de sueño, como de ocio. Hacer mindfulness, o aprender a relajarse es bueno para la mente y es una ayuda para superar el estrés. Por esa razón en Bliss Psicología impartimos nuestros talleres de mindfulness, https://blisspsicologia.com/servicios/charlas-talleres-y-cursos/
El décimo es hablar de nuestros problemas, sacarlos fuera. Hablar con la familia, con los amigos, nos ayuda a ver que lo que nos pasa también les ocurre a ellos. Desahogarnos es importante, que nos den otros puntos de vista nos aporta soluciones que no habíamos contemplado, y sobretodo nos ayuda a centrarnos en la buena gente que nos apoya y en otras cosas buenas que tiene la vida. Esto hay que hacerlo siempre, pero si consideramos que nuestros problemas se nos escapan, siempre podemos también contar con los profesionales de la salud mental.