¿Pero qué te pasa?¿Un mal día? ¿Una mala racha?… Si, tiene pinta. Tienes cara del que se le viene abajo todo a la vez, ¿Eres un funambulista que mantiene varios platillos en el aire?. RESPIRA. No pasa nada. Para. Busca un sitio cómodo y sigue leyendo. ¿Ya tengo tu atención?
¡Cómo están nuestras cabezas! Si nuestras. Esto que te está pasando nos pasa a todos. En algún momento de la vida, del año, mes o día, nos sentimos como si viviéramos en una montaña rusa, o como si hubiéramos dado un buen uso a una botella de tequila…Cuando te sientas de esa manera RESPIRA. Ya, ya… pesada (pensarás), como si no lo hiciera desde que nací. Ya sé que sabes respirar, ¡¡si no sería imposible que leyeras esto!! Quiero decir que respires, llenando tus pulmones del todo y dejando salir el aire despacio, sintiendo como sale, como inspiras y expiras, dejando que la mente vaya desacelerando, sintiendo como la ansiedad se va apagando, y la sensación de control vuelve a ti. Respira de esta manera varias veces, e irás notando que la mente se va frenando, despacito.
Da igual lo que te pase en este momento, si es algo inusual o cotidiano, da igual porque no lo estás sabiendo gestionar. Lo que estás haciendo ahora, pensar sin control y acelerarte, solo te va a hacer sentir más abrumado, más agobiado. Necesitas tomar distancia, necesitas recuperar el control y cambiar la perspectiva. ¿Cómo estás afrontando el tema? ¿Qué consejos le darías a otro con el mismo problema? Necesitas reevaluar tus expectativas… Y para eso es fundamental “refrigerar el cerebro”.
RESPIRA, SIGUE RESPIRANDO. ¿Has visto que palabra más bonita, y qué acto más valiente? Respirando nos adentramos en la vida, dejando de hacerlo, la abandonamos. Cuando nos sentimos nerviosos, nuestra respiración es superficial (y como todo lo superficial, es de mala calidad). Cuando estamos tranquilos, es profunda, con pedigrí, satisfactoria y plena.
Lo maravilloso del cuerpo humano es que está bajo nuestro control, somos nosotros los que decidimos voluntariamente renunciar a él. Dejamos de controlar nuestras cabezas, nuestros actos y nuestros sentimientos. ¡¡Y lo estupendo de la respiración… es que es la herramienta perfecta que nos devuelve el control!! Y siempre funciona (cositas que tiene activar el sistema nervioso parasimpático). Cuanto mejor respires, más se enfría la cabeza. Más se calma el corazón. La actividad neuronal se reactiva y encuentra soluciones obvias que antes no podías ver.
¡Compruébalo tú mismo! Si durante este ratito, has estado haciendo respiraciones con buquet, a estas alturas debes sentirte mejor. Si no lo has hecho, al terminar (ya has llegado hasta aquí… queda poco), cuenta tus pulsaciones, cierra los ojos, inspira profundamente hasta que no entre más aire en tus pulmones, cuenta hasta 4, y suelta el aire con tranquilidad, sintiendo como sale. Centra tu atención en el aire que entra y sale, en los movimientos de tu musculatura, en las sensaciones. Algún pensamiento maligno se va a colar, pensamientos del tipo…. Inspiro, no sé si podré arreglar el asunto x, expiro, y en casa no hay champú… No pasa nada, tienes que entrenar. Si ese es tu caso, vuelve a inspirar y ve contando mentalmente los segundos que tardas en llenar los pulmones (¿7, 8?), retén el aire 4 segundos que contarás mentalmente, y haz la cuenta de los segundos que tardas en expirar (¿8, 9?). Intenta seguir este ritmo al menos 10 veces. Ahora abre esos ojazos y vuelve a contar las pulsaciones ¿a que han bajado? ¿a qué te sientes mejor? Este pequeño truco, te ayudará a dirigir la atención a lo que estás haciendo, y te ayudará a parar la cabeza.
Amigos míos… hay vida antes de la muerte, solo hay que vivirla, respirarla. Si siempre tenemos la cabeza en mañana, nos perdemos este momento, y sobre todo perdemos la perspectiva sobre él… y sin este momento el de mañana no será pleno. ¡A que mola el título!, pues practicad. Respirad. Vivir y respirar.
Las Psicóloguis
Ana Saro Moncloa